sábado, 22 de marzo de 2014

NO TODO SE JODIÓ, LE DIJE AL POETA.

El indio, cholo y desclaseado eyaculaba la chispa de la vida, por eso lo mataron. Fueron los gremlins: el séptimo de gremlins. O el poeta que exhala el humo de su cigarrillo y me mira de reojo desde el otro extremo del banco de piedra mientras inauguro un baño público alteño. Ese cholo, escupe en sus zapatos y le sale por la boca algo inaudible, una especie de gruñido en francés bien aymara. Quiere matarnos al poeta y a mi.

¿Te cuento un chiste de locos?, le digo al poeta. No, mejor no, Yannis, me dice. Entonces nos sentamos para ver al cholo. Vemos que cabecea, tiene el pene y vagina larga y afilada como un abrecartas, por eso lo mataremos... no merece semejantes atributos.

Fumo para frotar el tiempo y a veces oigo la radio, le digo al poeta mientras me como los huevos del cholo en cardán.

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