El indio, cholo y desclaseado eyaculaba la
chispa de la vida, por eso lo mataron. Fueron los gremlins: el séptimo
de gremlins. O el poeta que exhala el humo de su cigarrillo y me mira de
reojo desde el otro extremo del banco
de piedra mientras inauguro un baño público alteño. Ese cholo, escupe en
sus zapatos y le sale por la boca algo inaudible, una especie de
gruñido en francés bien aymara. Quiere matarnos al poeta y a mi.
¿Te cuento un chiste de locos?, le digo al poeta. No, mejor no, Yannis,
me dice. Entonces nos sentamos para ver al cholo. Vemos que cabecea,
tiene el pene y vagina larga y afilada como un abrecartas, por eso lo
mataremos... no merece semejantes atributos.
Fumo para frotar el tiempo y a veces oigo la radio, le digo al poeta mientras me como los huevos del cholo en cardán.
Alevoso relato de una "limpieza".
ResponderEliminarComible
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